Aquí siempre es verano. Las playas son eternas y tienen arenas finas y suaves. Nuestro mar nunca engulle a nadie pues ya está saciado con las almas y las risas de los niños del estío. El sol calienta suave las pieles blancas y de color melón hasta ponerlas rojitas de vergüenza.
En el país de las chicas azules tu papá y tu mamá nunca mueren, se quedan en tu vida por si necesitas algo bonito que escuchar o algo dulce que probar. Y no existen las enfermedades ni los malos humores, pues la gente vive sencilla y contenta: nos sonreímos en lugar de hablarnos, nos besamos en lugar de alejarnos.
En este sitio las calles tienen nombre de canciones y cada uno escoge dónde vivir según sea su música favorita. Yo, por ejemplo vivo en la calle Fly On A Windshield, porque adoro esa canción y ese grupo.
Las casas son de colores vivos y en la puerta de cada una hay un jardincito de hierba anaranjada que crece todas las noches bajo los aromas del jazmín y las magnolias. Y a la mañanita siguiente ya te puedes tumbar desnuda en él y ser acariciada por su suavidad mirando pasar por el cielo los zepelines que emiten música suave todo el día. Y no hay coches, nos desplazamos en bicicletas de cristal porque así somos cuidadosos al conducir no sea que se rompan.
Dicen que en este lugar las chicas somos azules y bonitas, que bailamos suave y dulcemente y que tenemos la mirada intensa y apasionada de quién todavía no ha vivido mucho. Aquí se hace el amor con pausa pero con lujuria, con ternura pero con ardor, y lo puedes hacer con quién quieras mientras os gustéis. Puedes hacerlo conmigo si es que te gusto, porque tú sí me gustas. Tan solo tienes que entrar en mi casa y desnudarme.
Los niños nacen riendo, no llorando como en vuestro mundo, pues saben que nada malo ha de pasarles. Que van a enseñarles a amar y no a odiar, a ser cuidadosos y cariñosos y tener miraditas de azúcar entre ellos.
En el país de las chicas azules el cielo es tan inmenso que duele mirarlo pues no lo puedes abarcar y te agobias. Cuando llueve las gotas de agua son cálidas y huelen a hojas de té. Puedes empaparte en ella y sentirte mejor persona que antes, con más gentileza y educación, con más serenidad.
No existe la tristeza aquí, ni la alegría desmesurada y desordenada. Tan solo la felicidad relajada de quién no teme nada. Porque el tiempo fluye despacio, para que puedas hacer todo lo que quieres de manera tranquila y bonita.
En este país no tienes más que desear algo para que se cumpla, así de fácil es la vida, porque sólo hay una y aquí se piensa en que no hay que desperdiciarla con sufrimientos y amarguras grises. Deberíais aprender de nosotros en este aspecto ¿no?
Así que éste es el lugar donde vivo, donde amo y escribo, donde recuerdo y deseo.
¿Te vienes?