miércoles, 25 de diciembre de 2013

Do widzenia



Esto quiere ser una despedida. Sí, de esas que duelen, pero son necesarias. No creo que vaya a escribir más en este blog, definitivamente se cierra. Quizás necesite otra cosa en mi vida ahora mismo, quizás entró en mí el hastío amarillo y arrugado, no sé.
Este blog nació hace exactamente un año desde la soledad de unas navidades pasadas en la compañía de unos hombres desconocidos de la red social badoo. Ahí me sentí arropada, querida, valorada, … pero también agobiada y presionada.
Pasé la Nochevieja y las uvas hablando con uno de ellos, y se me ocurrió la idea de hacer un blog con mis escritos y fotos.
Ha sido un año entero colgando entradas. La mayoría son de enero, pues en mí existían las ansias de contar, de escribir.
Quiero agradecérselo desde aquí a esos maravillosos hombres, y si me me dejo alguien, mil perdones.
Gracias al explorador de Angkor Wat, a Juanjo, a Iván C., a Emmanuel, a Raúl (a quién convencí para que se hiciera un blog). A Carlos el argentino, a José Manuel, y a Fran.
A Pedro G., el perfecto caballero, a Atreyu, Y a las últimas incorporaciones: Manuel (que quiere que le cuente mi vida, no sabes lo que haces, bombón) y Carlos.
Y mi agradecimiento a los hombres de la primera época: a José el viajero, Juan Carlos, Eduardo, que me enseñó a ser erótica sin enseñarlo todo. A Toni, mi bigote favorito, y a Lluis.
A Emi, el artista que quería pintarme desnuda, a José, a Eduardo V., al dulce Vicente. Gracias también a John S. y Sergio, que me acuerdo de ti. A Juan y Batiste, a Daniel, que secó mis lágrimas en la distancia. Y, como no, a Javier, por ese maravilloso polvo virtual que nunca olvidaré, que sensación tan extraña.  
A Str, por cuidar a sus animalitos, y a mí. 
Y sobre todo a Miguel Ángel, el Kaladracas. Querido y añorado Kaladracas, cuántas veces me hiciste reír en momentos que nunca supiste eran de llanto para mí. Te debo una follada, soy consciente, … algún día, algún día. Cuídate mucho, porque tú vales mucho. No creo que leas esto, pero ojalá me equivoque y sí lo hagas. Te añoro, querido osete.
Y gracias a mi querido Luis, Luigi, Burdi, o como le llama mi querida Yekaterina “el chico de quitarra”. Él sólo inspiró la entrada “Dónde quiera que estés”, una de las que me siento más orgullosa. ¿Recuerdas aquella primera noche que hablamos de buena música? Estabas solo en un lugar y yo andaba todavía por Valencia. Tenía que haberme plantado allí y haberme acostado contigo. Es uno de los pocos impulsos en mi vida que no he llevado a cabo (todavía no salgo del asombro, me hago mayor). ¿Recuerdas aquel baile sincronizado que protagoniza la entrada "You can't stop the beat"? Nunca te he llegado a contar una fantasía que tengo de niña vanidosa: que me compusieras una canción. Me daba vergüenza decírtelo por si pensabas que era una chica demasiado egocéntrica. En mi fantasía esa canción llegaba a ser número uno en ventas, claro está. Te echo de menos. Te echaré de menos siempre, siempre.
En fin, la mayoría de esos hombres me han olvidado. Personalmente no creo que hayan vuelto a meterse en este blog desde el lejano enero. Algunos de ellos comentaban algunas entradas, pero prácticamente todos se han quedado por el camino.
Las vanas promesas masculinas se las llevan los vientos del otoño si no eres follable. Y eso me llena de una profunda tristeza, pues yo no les olvido. Los podéis ver en los comentarios de las entradas, en las dedicatorias que realicé a cada uno de ellos.
Y por supuesto, gracias a los anónimos lectores (pasados, presentes y futuros). Ojalá que sigáis entrando y leyendo estas más de 100 entradas, que en realidad son trocitos de mi alma azul de chica azul. Gracias por haberme permitido rozar vuestras vidas, aunque sea un poquitito.
¿Sabéis? van a cerrar los muros del país de las chicas azules, los veo desde mi ventana. Ya no podré salir más. Casi lo prefiero, pues me quedaré a gustito aquí, escuchando la suave música de los zepelines y bebiendo las rosadas aguas de las fuentes ornamentadas. Y dorando mi blanca piel con el eterno verano de las playas de este lugar. Por las noches miraré las estrellas con mis ojitos azules y pensaré en vosotros. Os transmitiré desde la distancia toda la ternura y la pasión de la que soy capaz para que superéis esas amarguras grises que a veces tendréis en vuestras vidas. Porque, queridos y desconocidos lectores, … la vida es chula, no lo olvidéis.
Me voy como me gusta hacer a mí casi todas las cosas:
Des …
… pa …
… ci …
… to.
Y con un poema:

“Se ha terminado pues
y aquella noche fresca de verano en que tú y yo
pudimos haber paseado juntos bajo las estrellas
nunca volverá”

Hasta siempre. No os olvidaré jamás, que lo sepáis.

Y me despido con esas palabras que sirven en polaco para las despedidas malditas.
Do widzenia.

“Bailar, bailar y bailar. Sin remedio y sin vergüenza. Hasta que llegue el nuevo día y te encuentre a ti, ese que me espera escondido en los rincones de la vida. Y encontrarte bailando. Y que me encuentres … bailando"
Eva Piesiewicz

 




sábado, 21 de diciembre de 2013

Nieve pura


Ya ha llegado.
Ya ha llegado el invierno, y la nieve pura. Salgamos a recibirla con los brazos y las almas abiertas.
A poco que me tienten me quito las ropas pesadas del otoño. Y salgo desnuda a correr y saltar entre la blancura, haciendo diabluras de niña mala.
¿Te vienes conmigo?
Tú tranquilo, que no pillas el catarro, pues vienes con la actitud correcta. Y con eso no pueden ni los virus ni los contagios.
Vamos a irnos tú y yo a disfrutar de la nieve. Y cuando volvamos a casa nos volvemos a quitar la ropa y nos pegamos al fueguito, que de esa manera se disfruta mejor.
Y hacemos el amor. Huy, que fino me ha quedado, casi que prefiero ser yo, enseguida lo arreglo: nos follamos mutuamente. Acabo contigo y tú conmigo entre jadeos y grititos, que estás que ya no te aguantas.
Y afuera la nieve cae. 
La nieve que hace soñar y recordar. 
La nieve pura.

[Para Manuel, de Valencia, por ser tan, tan mono]




lunes, 16 de diciembre de 2013

Pereza


Abres el ojito bien de mañanita. 
Abres el apetito, sin hacer ruido y despacio. Un girar de mi cabeza, y un mirarte: tu pelo revuelto, como quizás tus sueños.
Y despertarte a mordisquitos, sabiendo que es domingo y que no hay que madrugar.
Afuera nieva y se está calentito, en cuerpo y alma: el cuerpo por la calefacción, el alma por tu presencia.
Me estiro y retiro, me acuno y revuelvo. Me retuerzo y restriego estirando los brazos y moldeando mis pechos, como una gata en celo. Algo hay de verdad en esa comparación.
Me notas suave al tocarme porque estoy recién llegada de las brumas nocturnas, de los sueños tranquilos, de la paz y la dulzura. La luz de color crema atraviesa las rendijas de la persiana. Un olor a jazmín y sexo impregna la habitación, herencia de la noche vivida.
Un nuevo día para ti y para mí en este mundo, que no en el otro, que ese ha de esperarse. Hemos de hacer en éste toda esa lista de cosas que nos propusimos en los momentos de estúpido optimismo.
Bueno, es hora de levantarse ¿no?
No.
Cinco minutitos más, … o toda una eternidad.
Pereza.


sábado, 23 de noviembre de 2013

Too Young



Llévame a la pista de baile. Llévame antes de que me arrepienta. Llévame, por lo que más quieras, que necesito moverme, mientras la música esté ahí para nosotros, y antes de que los señores malos se la lleven lejos.
Bailemos hasta que nos duelan las costillas, hasta que amanezca, hasta que nos hartemos el uno del otro.
Vayamos tú y yo, hasta que nos echen a patadas. Pero vayamos.
Coloquémonos juntos bajo las luces y la luna, bajo la lluvia y las esperanzas, bajo las miradas de las gentes tristes.
Bailemos hasta morir, y viviremos para siempre. Demostremos a todos y a todo que la vida es bailar y reír, no llorar y maldecir.
Agárrate a mis brazos, rodea mi alma. Demos vueltas sobre nosotros mismos. Saltemos, ríamos, gritemos con el pelo alborotado.
Avergüénzate de mi cuando me veas gritar y quitar sombreros a los señores calvos mientras corro alocadamente.
Si es necesario, ríete de mí, y de mi juventud loca, pero serena.
Enamórate de mí un poquito, pero solo un poquito, para que luega no sufras más que lo necesario.
Y convénceme, apabúllame, persígueme si es necesario, ... pero baila conmigo esta canción.

lunes, 4 de noviembre de 2013

Llegar a los 100


Pues aquí estamos, llegando a la entrada número 100 de este blog.
Que digo yo que habrá que celebrarlo ¿no? Venga, estáis invitados a la fiesta que monto esta noche. Os explico el camino: coged la autovía de la felicidad, torcéis por la bocacalle de los recuerdos y ya no os la dejéis hasta llegar a la calle de la tristeza. Justo al final, en la rotonda de los pensamientos circulares tomáis la salida que indica "Blue Girl Country", y llegáis fijo.
Hay que ver. Parece que no hace tanto que monté este blog como una especie de agradecimiento y homenaje a esos hombres que encontré en badoo y en Valencia, y que me trataron super bien. Eso sí, casi todos querían follarme. Punto. Pero bueno, lo entiendo, soy sexy y lo sé (¡ejem! ¡ejem! perdonad la vanidad) y tampoco me ha importado mucho eso de ser deseada. Es parte de la vida, de la mía al menos. 
Recuerdo que fue durante la nochevieja cuando se me ocurrió lo de poner un trozo de mi en forma de este blog, hace ya 11 meses, y lo monté en un plis plas.
Casi todos esos hombres ya me han olvidado, pero yo no a ellos. Sigo acordándome desde aquí, el país de las chicas azules, de todos ellos. Pocos siguen este blog, pero se lo agradezco. Es una manera de no sentirme olvidada, y de pensar (siguiendo con mi vanidad) que he aportado algo a sus vidas: un poco de humor, un poco de amor, sexualidad y excitación, añoranza y esperanza. Ojalá sea así. Me sentiría agradecida sólo por haberlo logrado un poquito.
Pues nada más, se despide esta polaca loca y arrugada. Si eres nuevo en el blog y te quieres entretener son ya 100 trozos de mi que leer, ... y mirar. Espero que te gusten. Os dejo con ellos pues.
Y recuerda, lector desconocido, sea cuál sea tu vida y tus tristezas, no desesperes.
¿Sabes por qué? Sí, lo has adivinado. Ya me conoces demasiado y sabes lo que voy a decir a continuación.
Porque ...
la
vida
es 
chula.

[Dedicado al explorador de Angkor Wat, que hoy cumple años. Espero lo pases muy bien con los tuyos. Hazme un huequito esta noche que me acurruco junto a ti  ;) ]



lunes, 7 de octubre de 2013

Chicos IV


Cojo el bus para ir a mi centro de estudios. Al subir me sitúo en la parte central, de pie. Llevo poco rato cuando noto una mirada insistente sobre mí. Ya sabéis, esa sensación de que alguien te está mirando. Giro la cabeza y veo al protagonista de mi sensación. Se trata de un apuesto hombre de unos treinta y tantos con barba que está sentado en la parte final del vehículo.
Percibo que su mirada se dirige a mis piernas, que ese día llevo enfundadas en unas medias. Por encima de ellas una minifalda; endendedlo, una tiene que lucirse de vez en cuando ¿no?
Cuando veo que el asiento a su lado ha quedado vacío me dirijo a él sin pensármelo dos veces. El desconcierto del cazador cuando la presa se revuelve y hace algo inesperado es digno de contemplarse, creedme.
Adopto el “modo suave” en mi voz, en el que casi la convierto en una voz de niña pequeña y desvalida para pedirle si me deja pasar. Aparta las piernas y no pierdo el tiempo: roce con mis piernas, mi pelo, mi aroma, mi yo entero.
Una vez sentada a su lado dejo que pase un cierto tiempo de adaptación a la nueva situación, por ambas partes.
Percibo por el rabillo del ojo que mira hacia abajo, hacia mis rodillas, momento que aprovecho para un cruce de piernas a lo Sharon Stone, pero sin testigos enfrente. Además, yo llevo bragas.
Al ratito paso a la acción. Giro mi cabeza y muy cerquita le susurro si tiene hora. Mi aliento de fresa lo descoloca un poco. Indica que sí, traga saliva y extiende el brazo para mirar su reloj, momento que aprovecho para cogerle la muñeca y mirar la hora yo misma. No se esperaba esa invasión sutil de su espacio personal, aunque debería haberse dado cuenta a esas alturas que lo he conquistado y puesto mi bandera polaca desde hace ya varios minutos. Conquista fácil, además; el enemigo apenas ha prestado resistencia, diría el parte de guerra.
El bus avanza con la pereza de las mañanas de agosto, somnoliente y lento. Él no sabe cómo empezar la conversación. Se muere de ganas, lo noto. De todas maneras pienso que no le va a dar tiempo. Bajo en la siguiente parada, pero él no lo sabe.
Cuando se acerca el momento le pido si me deja salir. Con un movimiento de desgana aparta de nuevo las piernas. Nuevos roces, esta vez de despedida, de adioses, de fines en sí mismos.
Justo antes de que se abran las puertas y acabe bajando me giro a mirarlo porque sé que me está mirando. Efectivamente.
Y con todo el descaro del mundo con que la naturaleza me ha dotado le guiño un ojo y le sonrío.
Lo último que acierto a ver de él me desconcierta esta vez a mí. Mucho. Esperaba otro tipo de reacción, de mirada. Lo que acabo viendo me deja fuera de juego, pues no me lo espero. Porque en lugar de la mirada de desconcierto o aún de rabia ante la incomprensión de lo que ha pasado me encuentro con su sonrisa. Y es también una sonrisa de despedida, en la que parece querer decirme: “Eva, me ha encantado que tu vida y la mía se hayan rozado. Gracias por este momento. Que te vaya bien en la vida”. A lo cual me apetece responder aquí, en este blog, una respuesta que él jamás leerá: “Gracias a ti, desconocido atractivo, por mirarme, por admirarme. Y por haber inspirado este humilde texto”.

sábado, 28 de septiembre de 2013

Funky Revenge


 

Un poquito de buen Funky. Así, en mayúsculas.
Para bailarlo, para moverme, para sentirme, para amarte, ... para recordarte.
Un poquito de Funky, que lo necesito. Que me acaricie el alma y la piel.
Que suene la música.
No os paréis.
Que nadie pare de tocar. Que nadie pare de bailar.
Hasta el fin de los tiempos.

[De la super banda de mi amigo Luis, el Sanford Alligator Band. Buenos músicos, e intuyo que mejores personas]

viernes, 9 de agosto de 2013

Cumplir los 20


Cumplir los 20, y sin despeinarte un pelo.
Sí, señoras y señores, que se detenga el mundo porque hoy cumplo los 20, los locos años 20. Pero mira por donde a mí la locura se me adelantó hace tiempo ya.
Y para celebrarlo aquí estoy, junto al lago. Porque yo me monto el picnic en un plis plas. Estáis invitados, que lo sepáis. He traído frutitas del bosque oscuro y vino de pura cepa. He traído lisonjas y agradecimientos dulces. He dejado atrás las penas y las soberbias, para aparecer ante vosotros desnuda de cuerpo y alma. Bueno, de cuerpo no de momento, que todo llegará.
¿Y vosotros? ¿Recordáis vuestros 20? Quizás sí, o quizás preferís olvidar. Pero la cuestión es que aquí están, y amenazan con quedarse toda una larga década.
Tendremos paciencia pues. Sí,  mucha paciencia. Y si queréis quedamos para dentro de diez años, para los 30. ¿Qué? ¿Qué decís? ¿Qué dónde quedamos? Pues aquí, en este mismo lugar, junto al lago.
¿Os apetece?
[Dedicado a Manuel, con quién he conversado, entre otras cosas, en este el día de mi cumpleaños]

martes, 6 de agosto de 2013

Manual de instrucciones


Manual de instrucciones de una chica azul (extracto).

Instrucciones de uso:
Paso uno: Acércate despacito. Por detrás preferiblemente. El factor sorpresa cuenta.
Paso dos: pega tu naricita a mi cuello, pero sin tocarlo. Sólo tu respiración me acaricia, ya sabes.
Paso tres: saca la lengüita. Toque leve, seguido de lametón pronunciado. Beso. Beso, Beso.
Paso cuatro: tus manos. A mis hombros directamente con leve masaje. Hacia arriba luego, hasta la raíz de mi pelo rojo.
Paso cinco: tus manos de nuevo. Me rodean y se posan en mis pechos. Movimientos circulares, lentos y acariciantes. Fuera camiseta, fuera inhibiciones. La chica azul está lista para su uso.
Paso seis: repítanse los cinco primeros pasos cuánto se desee.

El fabricante no se hace responsable del mal uso o el no seguimiento de estas instrucciones, ya que podría dañar el correcto funcionamiento de la chica azul.

Pequeños placeres


Pequeños placeres de verano y de sol. De helados y olor a mar. De sumergirte bajo el agua para atenuar los sonidos del cielo. Y salir del agua sonriente y mojada, satisfecha. Tomar el sol y convertir tu piel en piel de sol y melocotón. 
Y leer. Llevarte el libro, pero el libro de papel, que una ya está cansada de tanta pantalla. Pantalla en el ordenador, en el móvil, en los cajeros. Que hasta el despertador que me amarga por las mañanas también tiene forma de pantalla. ¡ No, hombre, no!. Eva es tradicional para esto de la lectura. Porque a Bradbury o a Víctor Hugo, a Clarke o a Wodehouse no se les lee en pantallas. Han de sonar sus páginas al pasarlas, has de olerles sus letras y sus recuerdos.
Y mirar al sol directamente, jugándote las córneas azules y brillantes. Convertirte en chica de verano, para olvidar las hojas secas caídas de octubre y las nieves de Katowice en enero, cuando llegas a la estación y tu familia te espera con miraditas de azucarillos.
Cerrar los ojitos ... 
Shhhhh ... no me despertéis ... estoy olvidando los fríos y las penas.
Si me esperáis estaré en un rato con vosotros. Pero de momento ... un pequeño placer.

[Para Javi Astone, un admirador de David Bowie encontrado de casualidad una noche solitaria. Gracias por ser un hombre tan absolutamente encantador. Y para que siempre recuerde a esta chica azul.]

domingo, 28 de julio de 2013

Guitarra rota


Hoy mi guitarra está rota. Y todas las guitarras del mundo.
Hoy me entero de la muerte hace dos días de uno de mis músicos fetiches, J.J. Cale. Por eso deberían de callar todas esas guitarras del mundo. Para guardar silencio de espera y dolor.
Mister Cale, su música me ha acompañado en tantos malos y buenos momentos que ya forma parte de mi vida. Lo confieso, esperaba con anhelo de confitura de fresa su próxima música, como siempre. Pero ya no habrá más. Yo seguiré bailando la madrugada y el ocaso al son de su guitarra, mientras se pone el sol, junto al mar. Con los brazos en alto, para gritar mi libertad a la vida y al cielo.
Cuánta música, cuánta: Magnolia  me ha acompañado en mis noches tristes y de gris nostalgia. Sólo por esta canción la vida ha merecido la pena ser vivida. Siempre lo he dicho, no es una canción, es una caricia. Mama don't ha estado presente en mis locuras de pelo alborotado. Y ese Strange Days tan rítmico y correcto de su último disco. Tantas ...
En estos instantes me viene a la memoria aquella anécdota que se cuenta de usted, cuando irrumpió esa especie de moda de hacer Play Back en las actuaciones de televisión. Le invitaron a cantar en un programa y le explicaron en qué consistía el invento. Su música y voz sonarían y usted tan solo debería de mover la boca. Fácil, magnífico, tentador. Pero usted se negó. "¿por qué?" le preguntaron. Y usted respondió: "Porque soy músico, no actor".
Hoy la Música ha perdido parte de su alma. Por eso hoy deben callar todas las guitarras de mundo, porque están rotas. Y si no lo hacen, deberían. Sí, deberían.

viernes, 12 de julio de 2013

El país de las chicas azules III


En estas tierras de arenas blancas y mares tranquilos vivo los veranos y los otoños, las serenidades y las pasiones. Sus aguas templadas te sumergen y rodean acariciando tu cuerpo, tocándolo con dedos largos y lascivos.
Aquí nos bañamos en la época estival todos juntos y celebramos la vida y las nostalgias. Las risas de los niños mezcladas con las olas que llegan a la orilla consiguen el olvido de la inquietud y la serenidad del alma.
Durante la Fiesta del Solsticio todos salimos a las calles por la noche a respirar el jazmín, a vivir la luna, y a danzar suavemente al son de la música que emiten los zepelines que nos sobrevuelan todo el día. Adornamos las calles con farolillos de papel fluorescente color naranja y rojo. Y no hay más luz que la de esas efímeras linternas de la noche, que dan a nuestros rostros un aspecto de demonios risueños y gamberros. Pintamos las puertas de las casas de colores vivos, para descubrirlos al día siguiente y asombrarnos de nuevo de nuestro atrevimiento.
Durante toda esa noche las chicas azules salimos al centro de las plazas y bailamos un voimel, con los brazos abiertos y las miradas hacia lo alto. El kivra resplandece a varios kilómetros de altura y da a la noche ese aspecto de aurora boreal tan inquietante, pero tan eterno a la vez. Todo se vuelve bonito, las azaleas, las petunias y las orquídeas de los jardines gritan colores serenos pero potentes que nos generan dicha y alegría, llevándose la pena y los pesares; inundando los ojos de los niños y los mayores. Es tiempo de encuentros y perdones, de sexo y de presencias, y de relajación color caramelo.
Después, al final de la noche, el cansancio del baile nos da una sed amarga y consciente y los chicos nos ofrecen a beber de sus copas el gosh dulce y bueno, mientras nos miran con ojitos pequeños.
Y todos nos retiramos con las primeras luces de la mañana, a esperar un nuevo día de verano en este país azul y cálido, en el que el sol calienta lo justo, para no agobiarte en tu vida, y para recordarte que es bonito vivirla.

sábado, 29 de junio de 2013

Let Me Love You



Imprescindible escucharla con auriculares, aunque no he encontrado un vídeo dónde realmente se escuche el sonido de esta canción como merece; sólo éste pero tampoco se oye muy allá.
Canción narrada, no cantada. Porque Isaac Hayes convierte el tacto de terciopelo y el olor de tu pelo en música. En una canción, como siempre digo yo para abrazarte a él y sentirlo, para apoyar tu cabeza en su hombro y ... ojitos cerrados.
Disfruto especialmente en el crescendo final de la canción, en el que el abrazo se hace más intenso, más apretado, porque sabes que se acaba la música y luego vendrá el silencio.
Una de las canciones más sensuales que conozco, de esas que no me canso de escuchar nunca; perteneciente a esa maravilla de disco llamado "Branded", del que no descarto poner otras piezas absolutamente maravillosas como "Thanks To The Fool" o "I'll Do Anything (To Turn You On)".

martes, 18 de junio de 2013

What a Fool Believes

 

¡Bajad las ventanillas del coche!
¡Ponedla a todo volumen! Y sacad la cabeza fuera, la melena al viento, para recoger el sol y el viento de la vida.
¡Volvámonos locos escuchando esta canción! Porque es una canción que se ríe y se grita en las noches de verano.
Y pegas saltos encima de las camas y las sillas. Y lo agarras a Él y te lo comes a besos y lo estrujas de un abrazo interminable. Bueno, interminable no, al menos lo que dure esta canción.
Pero eso sí,  todo riendo, todo salvaje, ... todo maravilloso.

sábado, 15 de junio de 2013

Me has follado


Te lo noté en cuanto te vi mientras nos presentaban en ese pub de Valencia. Esa mirada tuya recorriéndome de arriba a abajo, calculando las posibilidades y ensayando la estrategia. Luego me miraste y supe que pensabas: "Me la quiero follar".
Las quedadas previas, las llamadas telefónicas, las cenas románticas, todo eso no eran más que los escalones de una escalera de Jacob que nos habría de llevar a este momento.
Me invitas a tu casa y al rato practico mi juego favorito. Te pido ir al baño y te dejo sentado en el sofá, expectante. Cuando regreso voy completamente desnuda. Tu mirada la he visto antes, es la mirada del explorador que descubre Angkor Wat en mitad de la selva camboyana: atónita, agradecida y dándose cuenta de los momentos de gloria que le esperan.
Te desnudo aprovechando tu desconcierto, y en silencio. Las palabras sobran.
Y sucede.
No parecía gustarte la idea de que te cabalgara, pues en cuanto me he puesto a hacerlo me has agarrado de los hombros y me has clavado contra la cama.
Y empieza la gran batalla de los sexos, sublime pero oscura. Primero me has puesto a cuatro patas y la he sentido entrar dentro de mí, caliente y correcta. Tus manos han buscado mis pechos y has conseguido que me corriese de gusto en poco tiempo. Te has movido bien, lo reconozco, que cada vez es más difícil encontrar tíos que lo hagan bien (como no bailáis, es lo que pasa).
Luego me has puesto boca arriba y has agarrado mis tobillos levantándolos hasta rodear tu cuello. Y has empujado lo tuyo, para atravesarme. Tu sudor me caía encima y no me quitabas los ojos de los míos como pidiéndome explicaciones. En un momento dado me has llamado "guarra". Mira, te lo perdono, dado el momento de descontrol bestial existente entre ambos ahora.
Después de un breve intervalo de vacío verbal y gestual no has podido aguantar más, ya que según tú te gusto demasiado. La has sacado y te has pegado una buena corrida embadurnándome entera con chorros de vida, y mirando al techo por si encontrabas ahí la razón de tamaña sinrazón, aullando como un animal en la noche.
Ahora estás en el baño limpiándote la verga porque quieres que te la chupe otra vez antes de que acabe la noche. Momento que aprovecho para coger la cámara y fusilarme el cuerpo. Los restos de la batalla adornan mi estómago, mi sexo, mis pechos ... y hay que dejar documento gráfico: un corresponsal de guerra es un corresponsal de guerra.
Y pienso: me has follado. 
Te has quedado a gusto, y yo también. Te has vaciado sobre mí entero y te ha molado, lo sé.
Has acabado conmigo, me has dado mi merecido, y yo me lo he buscado, admitido. Nada que alegar, señoría.
Pero en cuanto vuelvas tengo una sorpresa. 
Y las sorpresas, como los deseos, no ... se ... dicen ... nunca.

[Para Carlos, mi argentino favorito. Por esos momentos de excitación virtual que vivimos. Inolvidables.]

Soledad


Sentirte echada a un lado, de un codazo y en mitad del camino. Y quedarte ahí, con la mirada asustada de una niña perdida, viendo pasar la vida y las gentes, los colores y las ausencias.
Recordar tus caricias y tu mirada, el olor de tu pelo y tus abrazos. Y susurrarte otra vez: "Me encantas".
Porque te has vuelto a ir otra vez. Quizás es que no eras tú; sí, eso va a a ser.
Y mira que te he buscado en mis cortos años, como si hubiera sido durante toda una vida. Te he buscado en todas partes y tiempos, en las estaciones invernales y en el precioso verano. Te he buscado y te buscaré, porque sé que estás escondido en los rincones de la vida. Pero a veces desfallezco, y no quiero hacerlo pues sé que no te lo mereces, que en el fondo me estás gritando que lo siga intentando, y que algún día nos encontraremos.
Ahora me encuentro en esta estación de tren perdida en la alta montaña. Las hojas de otoño revolotean en mi verde alrededor. El sol se está poniendo delante de mí, con descaro. Y tengo frío. Me acurruco en el viejo columpio de madera, que produce el único sonido que se escucha: un leve crujir rítmico y oxidado que me habla de juegos infantiles de hace ya tanto tiempo que duele recordarlo.
Y alrededor solo hay silencio.
Sentir tu ausencia es lo peor. Haberte vaciado una vez más y darlo todo para luego recoger los trastos e irte de nuevo. Y sentirte cansada del viaje y de los viajeros.
Ahora espero en esta estación perdida. Miro sin cesar a lo lejos, cómo las vías del tren se pierden en la distancia, y sueño con que algún día pare un tren y de él baje alguien liso y con olor a jazmín. Y que venga con los colores del verano y me coja de las manos, me mire a los ojos azules y se vea reflejado, y me sonría, y ría.
- Hola, Eva.
- Hola.
- ¿Qué haces aquí? hace frío.
- Lo sé, te esperaba.
- ¿Desde cuándo, Eva?
- Desde el último invierno de mi vida, desde que las voces de los niños se fueron y dejaron este columpio abandonado. Desde que te soñé aquella noche e hicimos el amor soñándonos. Desde que elegí pasar la vida bailando y bailando porque me gusta sentirme con el pelo alborotado y gamberro. Desde siempre.
Acaba mi ensoñación y me doy cuenta de que anochece. La brisa me envuelve y siento frío.
Y el silencio. Siempre el silencio. 
Subo las piernas y me hago una bolita. Dentro de un rato me dormiré y quizás sueñe. 
Sí, quizás sueñe.
Sueña tú también, querido lector. Pero sueña cosas bonitas: con estaciones y columpios, con soledades y reencuentros. Con chicas bailando sobre el silencio de la vida.

[Dedicado a Carlos, por ser tan mono, ... y por llevar barbita]

sábado, 1 de junio de 2013

Carretera perdida


Conduje de noche anoche. Conduje sola en la noche. Hacia la aldea donde veraneaba de niña.
Fue un impulso, algo necesario y reparador. O al menos eso pensé al principio.
Llegar, caminar por esas calles desiertas, bajo el frío de la noche y de la vida. Recordar esas pequeñas rutas que recorrias de niña, cada rinconcito reencontrado me trae a la memoria la luz de otros días. Fue un recorrido nostálgico y doloroso. Pero necesario.
El tiempo ha pasado, también para ese sitio. Encontrarlo cambiado, encontrarme cambiada.
El frío de la noche que me empapa, y el sonido de mis pasos es lo único que escucho mientras paseo. Tras las ventanas de cada casita se perciben pequeñas luces. Las personitas no salen al fresco aturdidor de la noche, prefieren disfrutar de su seguridad, de su compañía.
Camino, camino por esas calles hasta altas horas de la noche, recordando, sintiendo, llorando.
Más tarde, pero mucho más tarde llego al coche, aparcado a la entrada de la aldea y me refugio en él del frío y del dolor color gris marengo.
Conduzco de vuelta a casa por una carretera solitaria, perdida y oscura a altas horas de la madrugada. Tan solo la luz pequeña y azulada de los faros ilumina la noche. Nadie más, nada más. En el interior del vehículo los sonidos se amortiguan y noto que me falta algo. Se trata de la música, eso que nunca, pero nunca ha de faltar en mi vida. Y elijo la adecuada al momento, a este momento, la que es su perfecta banda sonora. Querido lector, si quieres saber lo que sentí en ese momento escucha esa música. Ya te advierto que no es una melodía fácil, pero sí evocadora y ajusta al momento. Un disco titulado "Churchscapes: At The End Of Time" del gran Robert Fripp. La "Gibson" de Fripp y los sintetizadores me inundan el alma de paz y esperanza. Por unos segundos cierro los ojos y me juego un accidente, pero no pasa nada. No ha llegado mi día.
Y conduzco. 
Conduzco. 
Por una carretera. 
Perdida.

[Para José Manuel, un internauta encontrado en las carreteras perdidas de la vida]