Sentirte echada a un lado, de un codazo y en mitad del camino. Y quedarte ahí, con la mirada asustada de una niña perdida, viendo pasar la vida y las gentes, los colores y las ausencias.
Recordar tus caricias y tu mirada, el olor de tu pelo y tus abrazos. Y susurrarte otra vez: "Me encantas".
Porque te has vuelto a ir otra vez. Quizás es que no eras tú; sí, eso va a a ser.
Y mira que te he buscado en mis cortos años, como si hubiera sido durante toda una vida. Te he buscado en todas partes y tiempos, en las estaciones invernales y en el precioso verano. Te he buscado y te buscaré, porque sé que estás escondido en los rincones de la vida. Pero a veces desfallezco, y no quiero hacerlo pues sé que no te lo mereces, que en el fondo me estás gritando que lo siga intentando, y que algún día nos encontraremos.
Ahora me encuentro en esta estación de tren perdida en la alta montaña. Las hojas de otoño revolotean en mi verde alrededor. El sol se está poniendo delante de mí, con descaro. Y tengo frío. Me acurruco en el viejo columpio de madera, que produce el único sonido que se escucha: un leve crujir rítmico y oxidado que me habla de juegos infantiles de hace ya tanto tiempo que duele recordarlo.
Y alrededor solo hay silencio.
Sentir tu ausencia es lo peor. Haberte vaciado una vez más y darlo todo para luego recoger los trastos e irte de nuevo. Y sentirte cansada del viaje y de los viajeros.
Ahora espero en esta estación perdida. Miro sin cesar a lo lejos, cómo las vías del tren se pierden en la distancia, y sueño con que algún día pare un tren y de él baje alguien liso y con olor a jazmín. Y que venga con los colores del verano y me coja de las manos, me mire a los ojos azules y se vea reflejado, y me sonría, y ría.
- Hola, Eva.
- Hola.
- ¿Qué haces aquí? hace frío.
- Lo sé, te esperaba.
- ¿Desde cuándo, Eva?
- Desde el último invierno de mi vida, desde que las voces de los niños se fueron y dejaron este columpio abandonado. Desde que te soñé aquella noche e hicimos el amor soñándonos. Desde que elegí pasar la vida bailando y bailando porque me gusta sentirme con el pelo alborotado y gamberro. Desde siempre.
Acaba mi ensoñación y me doy cuenta de que anochece. La brisa me envuelve y siento frío.
Y el silencio. Siempre el silencio.
Subo las piernas y me hago una bolita. Dentro de un rato me dormiré y quizás sueñe.
Sí, quizás sueñe.
Sueña tú también, querido lector. Pero sueña cosas bonitas: con estaciones y columpios, con soledades y reencuentros. Con chicas bailando sobre el silencio de la vida.
[Dedicado a Carlos, por ser tan mono, ... y por llevar barbita]
[Dedicado a Carlos, por ser tan mono, ... y por llevar barbita]
..nunca estaras sola..este es un viaje muy bello, disfruta de cada momento...estimada EVA
ResponderEliminarSuena "NYMBUS - SILICA".
ResponderEliminar¿La bailas conmigo?
En esa estación perdida.
Porque he decidido pasar la vida bailando, con el pelo alborotado y gamberro.