Hoy mi guitarra está rota. Y todas las guitarras del mundo.
Hoy me entero de la muerte hace dos días de uno de mis músicos fetiches, J.J. Cale. Por eso deberían de callar todas esas guitarras del mundo. Para guardar silencio de espera y dolor.
Mister Cale, su música me ha acompañado en tantos malos y buenos momentos que ya forma parte de mi vida. Lo confieso, esperaba con anhelo de confitura de fresa su próxima música, como siempre. Pero ya no habrá más. Yo seguiré bailando la madrugada y el ocaso al son de su guitarra, mientras se pone el sol, junto al mar. Con los brazos en alto, para gritar mi libertad a la vida y al cielo.
Cuánta música, cuánta: Magnolia me ha acompañado en mis noches tristes y de gris nostalgia. Sólo por esta canción la vida ha merecido la pena ser vivida. Siempre lo he dicho, no es una canción, es una caricia. Mama don't ha estado presente en mis locuras de pelo alborotado. Y ese Strange Days tan rítmico y correcto de su último disco. Tantas ...
En estos instantes me viene a la memoria aquella anécdota que se cuenta de usted, cuando irrumpió esa especie de moda de hacer Play Back en las actuaciones de televisión. Le invitaron a cantar en un programa y le explicaron en qué consistía el invento. Su música y voz sonarían y usted tan solo debería de mover la boca. Fácil, magnífico, tentador. Pero usted se negó. "¿por qué?" le preguntaron. Y usted respondió: "Porque soy músico, no actor".
Hoy la Música ha perdido parte de su alma. Por eso hoy deben callar todas las guitarras de mundo, porque están rotas. Y si no lo hacen, deberían. Sí, deberían.