miércoles, 20 de marzo de 2013

Fluyan mis lágrimas


¡Fluyan mis lágrimas, caídas de sus manantiales!
Exiliado para siempre, dejadme llorar;
Permitidme que viva olvidado
Donde el pájaro negro de la noche canta su tristeza.

¡Apagaos, oh vanas luces, no brilléis más!
No hay noche lo bastante oscura para aquellos
Que desesperadamente deploran sus fortunas perdidas.
La luz no es otra cosa que vergüenza nuestra.

Nunca serán mis penas aliviadas,
Puesto que la piedad ha huido;
Y las lágrimas, suspiros y gemidos han privado
de cualquier alegría a mis cansados días.

¡Oíd!, vosotras, sombras que en la oscuridad moráis,
Aprended a despreciar la luz
Felices, felices, quienes en el infierno
no sienten el desprecio del mundo.

John Dowland

sábado, 16 de marzo de 2013

Eva al desnudo


Eva al desnudo. Sin censuras y sin sombras. Sin vergüenza y sin miedo. Con descaro, con desgana. Con pelo de niña mala, revuelto.
Trotando en la grupa de la vida y subida en todo lo alto. Mirando retadora a la cámara, para decirle que no le tengo miedo. 
Sin ropajes ni aromas artificiales tampoco. Sólo yo, de cuerpo presente, de cuerpo entero o de medio cuerpo.
Eva de noche y de día. Eva bailando y serena. Eva llorando, cantando, riendo. Soñando y follando. Eva aquí y Eva allí. Tan solo Eva. ¿Para qué darle más vueltas? Tan solo la personita triste y humilde de Eva.
Finalmente nótese y analícese la fisonomía particular. Porque esos son los ojos que se abren desorbitados en mitad de la noche, con miedo. Ese el pelo que fue escupido como muestra de la mayor humillación. Y esa la boca que un día expulsó sangre.
Dime, querido lector, en tu opinión ¿es eso justo?

[Para Luis Alberto De la Ossa, que vio esta foto por primera vez una madrugada del primer día de un año que espero le depare lo mejor. 
Gracias por tratarme bien, por leerme, por permitir que nuestras vidas se hayan rozado, encantador desconocido.]

lunes, 11 de marzo de 2013

The Supernatural


Confieso mi pasión por los solos de guitarra, y por los guitarristas en general. Es ese momento de la canción en el que calla el vocalista y empieza la música de verdad. Siempre lo he pensado así.
La verdad es que tengo una fantasía irrealizada, y es la de abrazar a un guitarrista por la espalda, dejándole las manos libres, mientras toca un solo. Y apoyar la cabeza en su espalda para sentir la música a través de su cuerpo, con los ojos cerrados, recordando.
Una vez bailé esta canción en la playa, mientras anochecía. El chico la puso a todo volumen en el CD de su coche con las puertas abiertas de par en par. Por que así se lo pedí. Y bailé a dos metros de la orilla, bajo el suave firmamento de una noche de verano. 
Porque es una canción hipnótica, que se baila sobre el mismo ladrillo de suelo, con los pies muy juntitos, sin moverlos apenas, solo resbalando. Te retuerces y cimbreas con las manos en las caderas, sintiéndote viva y amada, observada y bendecida. 
Así la bailé aquella noche, mirando fijamente al chico a los ojos, que me observaba apoyado en el chasis de su coche, arrobado y enamorado. 
Y lo recordaré toda la vida como un momento mágico e irrepetible. Como todos los momentos.

[Para Mikel. Ojalá tropieces alguna vez con esta entrada en este blog. Ojalá te reconozcas en ella. Ojalá no me olvides nunca, como yo no te olvido a ti.]

martes, 5 de marzo de 2013

Bailar, bailar y bailar


Bailar.
Bailar entregada en los brazos del destino, traiga lo que traiga. Pero bailar.
Bailar con la energía y el deseo de los niños pequeños. 
Bailar de gozo y de rodillas. 
Bailar serena, cansada, derrotada, sublime. 
Bailar aunque no se tengan ganas, sin quererlo. 
Bailar de noche, bailar de día, hacerlo con el entusiasmo del principiante y la tranquilidad del veterano.
Bailar entre los aromas de las petunias y las azaleas, entre las amapolas. Y revolcarse bailando.
Cuando bailo te olvido, si eres de esos que quiero olvidar. Cuando bailo te recuerdo, si eres de los que deseo recordar. 
Y he de bailar, porque si no bailara moriría entre olores extraños y sonidos crujientes, abandonada y olvidada, triste y arrugada.
Bailar, bailar y bailar, hasta caer agotada y extasiada, jadeante. Escuchar la rítmica música y bailarla, escuchar el silencio ... y bailarlo. 
Bailar el agua. Y la sequía.
Y bailar pegada a ti, sintiéndote en cada nervio y en toda tu piel. Bailar desnudos o vestidos, arriba o abajo, dentro o fuera, en blanco o en negro. 
Bailar tus orgasmos y los míos.
Bailar resoplando por el esfuerzo, que duele.
Bailar bajo la lluvia en una tarde interminable de luz y de nostalgias, empapándote hasta los huesos, pero no importarte ... porque bailas. Y bailar con las manos en las caderas, sinuosa bajo la manta torrencial del agua cayendo.
Bailar el día del fin del mundo, y en la noche también. Sobre la arena de la playa, con los brazos extendidos y el pelo revuelto cayendo en la cara, bajo una luna eterna y preciosa.
Flotar ingrávida entre los deseos y los recuerdos, con los ojitos cerrados, para llorar bailando.
Bailar, bailar y bailar. Sin remedio y sin vergüenza. Hasta que llegue el nuevo día y te encuentre a ti, ese que me espera escondido en los rincones de la vida.
Y encontrarte bailando, y que me encuentres ... bailando.

viernes, 1 de marzo de 2013

Éxtasis


Me despierto y veo tu semierección bajo las sábanas. Sin pensármelo dos veces cojo la cámara y fotografío la esencia masculina en todo su esplendor. Decido en ese momento que he de llevarte al éxtasis, al lugar del placer inagotable y agarro el pene jugando con él. Tú despiertas sorprendido pero agradecido, pues sabes lo que va a pasar; hay hombres con suerte, pareces decirte a ti mismo.
También decido en ese momento un juego nuevo: que he de llevarte a ese éxtasis usando sólo mi mano. Nada de mi cuerpo te va a tocar, tan solo mi mano derecha. Con ella me he propuesto hacer que subas a la montaña de Sísifo y no la quieras bajar.
Mientras juego noto como tu erección se hace total, y me excita notar el trozo de carne palpitante en mi mano crecer por momentos. Abres las piernas y brazos como si fueras el vitrubio y tu respiración se hace ronca mientras notas el gustito desde tus caderas. Y miras hacia abajo pues te la sientes agarrada sin piedad y pareces no creértelo.
Luego me miras a mí y te das cuenta de que estoy desnuda y excitada, pero no te permito tocarme, pues romperías el hechizo del juego, que consiste en que entre tú y yo sólo ha de haber un único punto de unión: mi mano y tu pene.
Durante un buen rato sigo con mis movimientos rítmicos hasta que me doy cuenta de que vas a terminar pronto. No te esperabas esta situación nada más despertar y pareces pensar que es una buena manera de empezar el día.
De repente y transcurrido un tiempo que parece estar hecho de pasas y miel agitas más tu respiración, gimes de gusto y tus piernas y brazos se mueven sobre las sábanas. Se escuchan sonidos acuosos en el frotar que estoy aplicándote todo el tiempo. Los espasmos de tu vientre y la elevación de tus caderas separándote de la cama me indican que estás a punto de correrte, por lo que redoblo la velocidad de los movimientos de mi mano.
El primer golpe de semen sube alto para bajar con desgana y empaparme la mano y tu estómago. Soy implacable y sigo a esas alturas con la misma velocidad manual. Los siguientes chorros expulsan una cantidad de semen monumental, por lo que confirmo que estabas muy excitado. Al final, reduzco la velocidad pues te veo sufrir, y esto ha de ser placer puro y no otra cosa, por lo que las últimas expulsiones caen como la lava de un volcán sobre sus laderas, lentamente.
Cuando has terminado suelto el pene que cae con un "chop" sobre tu vientre mojado y elevo la mano. La tengo embadurnada y goteante por una cantidad de semen imposible, y no sé muy bien qué hacer con ella.
Y es entonces cuando noto que me miras y sé que darías la vida por mí.
Para finalizar decir que podría describir lo que acaba de acontecer utilizando imágenes poéticas o lenguaje literario enrevesado. Pero la verdad es que no me apetece. Es lo que me pasa cuando escribo excitada, que me sale ir de manera directa.
Así que lo diré claro: lo que acaba de suceder es que simple y llanamente te he hecho una buena paja.

[Para Jose31, ese desconocido que me hizo pasar una buena tarde. Y por decirme que le excita esta última frase.
Espero que cuando lea esto imagine que le hago a él también una buena paja.]

[Personalmente no entiendo el tabú que sigue habiendo con el tema del sexo. Parece que siempre existe la obligación de adornar el lenguaje y no hablar de manera explícita. Para mí, como creo que se ha demostrado en ésta y otras entradas, es igual escribir acerca de un luminoso cielo de verano o de hacer una paja. Ambas cosas, bonitas y maravillosas, pertenecen junto a otras a esa maravillosa experiencia llamada vida.]